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Reika fue abierto al público por casualidad.
 
Un día de marzo me hallé conduciendo hacia mi oficina en Roppongi cuando mencioné a Katsutaki, el hijo del Sr. Idaki Shin, sentado junto a mí, que tenía muchos poemas escritos cuando era colegiala. Sin saber lo que eran, los ojos de Katsutaki fueron abrillantados, y él llegó a excitarse tanto que dijo estar dispuesto a hacer una serie de películas basadas en ellos. Sentí mucha esperanza por el futuro, excitada también al ver cómo él se regocijaba y disfrutaba de nuestra conversación. Aun así, sentí un asomo de desconcierto acerca de si mis poemas primerizos valdrían. Al regresar a casa empecé a coleccionar esos poemas, y por fin uno que hice un día soleado tal cual hoy en la playa de Kamakura me llamó la atención; una colina recubierta de flores amarillas me recordó cómo había compartido un maravilloso día de juventud con mis amigos. No podía abstenerme de regresar a Kamakura.
Llamé a Katsuaki, Emi, y Ai, sus hermanas, la mayor y menor del Sr. Idaki Shin, para acompañarme de paseo en mi coche nuevo. Originalmente se me suponía conducir a la península de Bousou, pero a mitad de camino decidí girar hacia Kamakura por Yokohama. Fui recibida por bellas flores al acercarme a Kamakura. Me apresuré a sacarles muchas fotografías como si pudiesen evaporarse cuales buenos recuerdos. Luego conduje por la calle principal hasta el paseo marítimo donde había caminado junta con mis co-alumnos, tocada por gentiles brisas primaverales. Jugamos al escondite con las olas del mar, corriendo casi todo el día, y mientras descansábamos, nos sentamos en la playa y hablamos de nuestros sueños y esperanzas para la vida futura. Aunque sufrí mucho mentalmente por aquél entonces, y me encantaba venir a Kamakura en busca de recuperación, ese día marcó un momento realmente maravilloso en mi vida. 
Katsuaki hizo sus propias sesiones de rodaje y completó cinco películas cortas, la primera sobre el día en Kamakura. Luego, un poema que recuerdo haber escrito pero que faltó durante años apareció de repente mientras abría las páginas de un cuaderno viejo. Este poema en particular predecía maravillosamente lo que haría yo en futuro, así conectando mi mundo poético de Reika, mi lucha personal y alegría en la adolescencia, a Leyendas de Koguryo Redescubiertas, la verdad oculta de la dinastía de mis ancestros. Ambos eran poemas del alma, y fluían sin costura a lo largo de la historia humana. 
Un día pedí al Sr. Idaki Shin inventar un seudónimo para mí, y así llegué a llamar un tipo de obras mías poéticas o imaginarias ‘Reika’. 

Reika

Nací en una familia con una larga historia y tradiciones únicas. La sociedad alrededor era una jaula que me privaba de libertad y era dolorosa. Mi recurso han sido mis padres, quienes has estado dedicando sus vidas completamente a proteger y criarme. Así que comencé a darme cuenta de mi responsabilidad a no interrumpir el flujo de Koguryo, la dinastía de mis ancestros. Me hallé dispuesta a seguir viviendo, pasase lo que pasase.
Me nutrió la bella naturaleza japonesa, con su maravillosa rotación de cuatro estaciones. 
Frente a dificultades, las consideré como meras cosas temporales. Pues sabía que sin duda vendría otra primavera tras el largo invierno. Desde la niñez, me alegraba escuchar sus pasos. Bajo el bajo cielo gris de un frío día invernal, sus golpes encendían en mi corazón una luz de esperanza y vigor para seguir viviendo. Así la primavera ha sido mi sueño y esperanza para el futuro. Árboles, flores y vientos han sido mis interlocutores, y la poesía compañera de mi vida.
A la edad de 24 años, por fin encontré la luz de la verdad. Conmemoró la llegada real de la primavera en mi vida. Agradecí a todo cuanto mantuviera una luz de esperanza en mi corazón. 
Ahora me regocijo escuchando los pasos de la primavera; flor de melocotón y ciruelo dan la bienvenida al pleno florecer de los cerezos, para luego despedirse. Un verde presado colora por doquier, agitándose en la fresca brisa del comienzo de mayo. 
Oigo los mensaje de las almas de mis antepasados que arribaron en Japón en la antigüedad. Reconozco el largo paso del tiempo y la carga de la historia de Koguryo. Sus penas y preocupaciones han estado haciendo eco de árboles, flores y vientos. Llegué a comprender como se consolaban. A veces cantaban juntos alegremente, otras con lágrimas. Ahora estoy viva y vivo una vida conectada con mis ancestros, y vamos a abrir el futuro todos juntos. Agradezco el no estar sola y que todo revive en mi vida.
Los días primeros de Reika era algo así como una bella, débil y pequeña flor. 
Ahora la vida de Reika ha encontrado luz celestial, está viviendo en el centro de la historia de la humanidad. Está llegando a ser la verdadera esperanza para el futuro. Ahora sinceramente agradezco el estar viva, y vivir mi vida.
Que todos expresen el mismo agradecimiento por existir sobre la tierra. 

Reika 1
 
Me encuentro observando una esquina de París y he decidido escribir mi historia desde aquí. 
En mi adolescencia solía visualizar lo que llamaba un ‘lucizaje’ que parecía llegar del futuro. Caminando sobre el ribazo del río Tamagawa, me preguntaba si esta visión llegaba desde el pasado distante o desde el futuro desconocido.
Solía visitarme así.
Un día, viajé a Kyoto motivada para conocer a la persona más querida a la que aún no conocía.
Estaba parada en la ribera del Uji, esperando a que él llegase. Por fin fui invitada por fuerza a un mundo antiguo y él apareció con un aroma de fresco verde presado. 
“En la distancia, estabas de camino y mis ojos siguieron tu sombra con mi cara oculta tras una manga de kimono. No pude resistirme a la tentación de captar un vistazo de tu noble cara. Levante mi cara un poco, y para sorpresa mía te volviste al mismo tiempo. En el momento en que el haz de mi mirada cruzó el de la tuya, el tiempo parecía estar parado, y nosotros eslabonados el uno al otro. Este fue el nacimiento de nuestro amor imposible. Muchas generaciones han trascurrido, y ¡ahora nos encontramos de nuevo!
 
Reika, en el verano a la edad de 18 años
 
Era privada de sueños y esperanza y cargada más y más con la vanidad de las cosas alrededor de mí, pero al mismo tiempo llevaba un fuerte sentimiento que mi futuro sería maravilloso y totalmente abierto.
Parada junto al río Uji miraba el flujo sin costura del agua y un pensamiento me vino en mente. ‘Mejor viviría una vida fácil como este flujo de agua’. Hice un barquito con una hoja de bambú, lo puse en el río y observé cómo se iba flotando. Empero, tras un rato, eventualmente fue arrollado por una ola pequeña y se hundió. Tal vida puede en realidad resultar así. No podía ocultar mi honda depresión y mi cara triste reflejada en la superficie del río doblaba los dolores en mi corazón. 
De pronto revivió el aroma verde. Estaba rodeaba por el verdecer de la temprana primavera así como en Kyoto en la antigüedad, celebrando la estación nueva llena de vida y capullos. Al ver al noble príncipe caminar elegantemente bajo el gentil rayo de sol, todos sin duda se enamoran de él, y sus corazones serán abrazados por el aroma de ese verde presado. También me animó a buscar la persona más querida a la que visualizaba dentro de mí. Todo lo que veía y oía me espeluznaba como signo de un amor maravilloso. Llegué a amar hasta el sonido de un tren lejano y el rutilar de hojas que hablaban de la evanescencia de la vida. Me colmó una sensación de amor. Por fin vi a mi persona más querida en la superficie del río, pero en realidad no había nadie.