KEIKO KOMA net

9 Junio  2009

Amaestrándome a mí misma

Ya eran las diez de la tarde y no oscurecía. Fuera del hotel, había muchos ruidos y sonidos fuertes ya que hoy era festivo. Por alguna razón me hallé nerviosa. Imaginé mi interior y estaba a punto de transformarme. Obviamente habría un gran cambio en mi vida. Caminé hasta el museo y nos costó sólo muchos minutos aunque ayer tuvimos que conducir casi veinte minutos en coche para llegar hasta allí. He encontrado que estuvo situado justo detrás de la habitación de hotel donde me quedé en marzo del año pasado, cuando todas partes estaban cubiertas de nieve. Pero ahora en primavera había bellos árboles y muchas flores lindas que no había esperado ver. En general amo las piezas de museo y arte antiguo ya que se parecen a mis obras de arte mentizajísticas. Y el museo ruso en San Petersburgo me impresionó mucho. La arquitectura misma era gigantesca con puertas con esculturas con más de cinco metros de altura. Muchos cuadros también eran muy grandes y dinámicos correspondiendo al masivo paisaje ruso. Cada pared y techo estaba pintado en maneras elegantes y mesas de madera, sillas y ornamentos eran  maravillosos. En un café disfrutamos de música viva de arpa clásica. Me encantó de veras todo aquí. Mientras tanto, tan pronto como empezásemos a reunirnos acerca de nuestros proyectos de concierto, comencé a devenir nerviosa. Llegué a reconocer que he estado nerviosa acerca de cómo podría financiarlos todos ya que cada proyecto era extremamente precioso. Cuando no estaba segura acerca de cómo hacerlo, mi cuerpo se ponía rígido. Sin embargo cuando era motivada a hacer cara a retos y vencerlos de manera creativa, me ponía relajada y  vigorosa. Porque el dinero estaba profundamente asociado con la vida de la gente podía destruir la vida preciosa propia si una devenía esclava suya al riesgo de la sangre propia. Recordé que un cuadro en el museo ruso expresaba el último día del mundo y gente derramaba lágrimas de sangre. Pensé que cuando la humanidad fuera controlada por ideas apocalípticas o la existencia de dibujos en la historia, no habría manera de irrumpir por los problemas cumulativos del mundo actual. Una tenía que despertar al potencial residente dentro del interior de cada persona. Cuando se era fiel al interior propio una podía abrir el futuro del mundo. En este aspecto agradecí mucho el tener suministro de oportunidades preciosas para organizar nuestros conciertos globalmente este año. Mi preocupación desapareció por completo y fui colmada de energía para avanzar.