KEIKO KOMA net

 

11th Oct. 2013

Mi terruño lindo

Mi expresión del sonido de olas que debiesen ser oídas por el rey Jakou cuando hubiese desembarcado en Japón estuvo resonando vivamente dentro de mi corazón y esto coincidió con el impacto de mi tapiz jaspeado nuevamente creado que teñí en el jardín interior del Café de la galería de Koma bajo la torre de Yasaka. Los encarecí y una memoria triste de historia pasada fue nutrida e imaginé un mar brillantemente brillante con esperanza por un futuro glorioso. El rey Jakou debiese conocer esta luz en esta tierra. Osé llevar este tapiz de vuelta a mi casa mientras no hubiese espacio para instalarlo en mi casa en Tokio ni en Morioka. Luego pensé que cupiese en mi casa en Kyoto y hoy lo traje a Kyoto. El tapiz pareció conocer la postura más amena y cupo mejor en una junto al pupitre de escritura traído desde la tierra de cuarenta grados de latitud septentrional que viajó desde Tohoku a Kyoto por Kanto y Tokai. Las almas tristes de gente de Koguryo en Japón parecieron haber viajado con él y estuvieron encabezadas hacia nuestro terruño lindo. Un día estaba expresando en un poema la voz de almas que escuchara en Kyoto y una ráfaga de viento generó círculos en la superficie de una charca. Sentí que alcanzarían hasta el monte Gojo y creé un poema veraz al mensaje recibido y escribí que nos encabezásemos hacia el monte Gojo todas juntas. Vivamente recuerdo que esto me sorprendiese mientras no esperara oír esto en esa ocasión y fui llenada con pasión para pavimentar una vía para unificar a gente en Asia Oriental y no pude abstenerme de llorar desde el fondo de mi corazón. No pude resistir mi pasión oculta surgiendo hacia arriba. No estuve sola y numerosas almas gentilicias compartieron lo mismo. Mi interior devino muy caliente como si estuviese quemando y temblando. Mis gotas lagrimosas verificaron que por fin el tiempo hubiese venido de expresar plenamente mi calor y realizarlo. Sin fin lloré y realicé la presencia de almas gentilicias desde muchas generaciones históricas que hubiesen estado esperando la llegada de este tiempo. El tiempo y lugar fueron designados y fui guiada a Kyoto. Cuando creara el poema en Kyoto que escribió que desde Kyoto nos encabezásemos hacia el monte Gojo me sentí con ganas de tener un sueño, sin embargo ahora fui llenada con alegría para pavimentar una vía hacia mi terruño lindo.
Así mi vida en Kyoto estuvo junta con almas de gente de Koguryo que terminaron su vida de exilio en Japón. El sonido de olas, mi tapiz jaspeado y el pupitre de escritura traído desde una tierra de cuarenta grados de latitud septentrionales fueron todos unificados en uno encabezado hacia nuestro terruño. Cuando almas gentilicias del pasado fuesen resucitadas, corazones gentilicios actualmente vivos serían nutridos y corazones gentilicios del futuro devendrían vigorosos. No pude imaginar una vida mejor que la mía propia. No pude expresar plenamente en palabras mi agradecimiento más profundo.