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5 Oct. 2011

Vigor

 

Hoy en la reunión de salón del Café Akira observé una obra de vídeo creada por el Sr. Idaki Shin que versaba sobre la capital antigua de Koguryo, la ciudad castellana de Wandu. El ruido generado por nuestro sistema especial de sonido todo junto me hizo sentir el universo y manifestó una dimensión completamente diferente del espacio. Su música misteriosa sacudió mi corazón mientras yo anticipaba el encuentro precioso con Ser Grande. Ante mis ojos su muro de fortificación que siguió incólume durante alrededor de mil novecientos años expandió. Ser Grande fue manifiesto, el tiempo había parado, y mi alma trascendió el tiempo espacio y efectuó un salto grande. Reconocí de repente que un ser humano que estuviese unificado con dios pudiese conseguir cualquier cosa, mientras el hombre moderno que era suspicaz y desterrado no podía recibir influencias divinas. Sin embargo, mi alma tembló ya que había venido una era nueva y se nos permitía vivir juntas con dios. Vigor nuevo había nacido dentro de mi vida mientras vi que la gente de Koguryo antiguo hubiese construido una tumba eternamente duradera de bloques enormes de piedra que la ciencia moderna no pudiese explicar como hubiese podido traer. Además vivíamos en una era nueva donde el mundo muy allá del cielo estuviese plenamente abierto ante nosotras por primera vez en la historia humana. El concierto de Idaki Shin siempre me hacía reconocer esto, la vida conectada con el vasto universo y un mundo infinito muy allá del cielo. Esta era la base como podríamos vencer cualesquiera obstáculos y problemas. Recordé que en la conferencia de prensa celebrada en Rumanía el Sr. Idaki Shin dijera que expresaría que el corazón humano fuese más amplio que la naturaleza. Su mensaje estaba aun vivo en mi mente. Cuando me paré ante un castillo montés de la dinastía de mi ancestro, Koguryo, o ante su tumba de un general, reconocía la espiritualidad alta de Koguryo que hiciera posible monumentos grandes maravillosos que nunca pudieran ser construidos sin ser unificados con el cielo. Devine vigorosa mientras reconocía que también en nuestra era realizaríamos una sociedad verdaderamente buena siempre que siguiésemos veraces a una espiritualidad humana alta.