KEIKO KOMA net

14 Aug. 2011

Río Ouryokou

 

En el cuarto tradicional japonés en mi apartamento nuevo en Morioka instalé un marco para caligrafía en forma de arco que parecía una vista del río Ouryokou desde un sitio histórico de Koguryo como en el jardín interior del Café de la galería de Koma, Yasaka, teñí su papel de Washi con jaspeadura en el color profundo del río grande en el continente situado en la frontera entre Corea del Norte y China. Además las dos tazas que yo nombrara el nacimiento de una estrella, eran del mismo color con un dibujo diferente. Mi alma tembló ya que sus capas de color profundo expresaban una historia larga y clave para leer la verdad para que yo descubriese mi camino. Ambas tazas fueron colocadas juntas y una manifestaba el secreto de Ser Grande. Recordé que en un poema que leyera en el concierto de las Leyendas de Koguryo Redescubiertas, expresara el haber decidido abrir nuestro lugar en Kyoto deseando crear un momento nuevo en la historia para nuestra Madre Tierra cuando gente pudiese moverse libremente alrededor como en el tiempo antiguo antes de que el río Ouryokou deviniese la frontera separando dos naciones, cuando gente pudiese cruzar libremente el río cada día y viviese una vida feliz. Por coincidencia, la ciudad de Morioka estaba situada en la misma latitud que la ciudad de Pyongyang de Corea del Norte. Reconocí que Ser Grande estuviese guiando mi camino para realizar una paz auténtica por todo el mundo que era mi deseo más profundo. En mi corazón abracé el color del río Ouryokou como simbólico para crear un futuro maravilloso.