KEIKO KOMA net

22 May 2011

 

Vida

El camino desde Okayama a Fukuoka llovió a cántaros que me hicieron experimentar la llegada de una era nueva donde la humanidad estuviese unificada con la vida en la naturaleza. Recordé que cuando visitara Etiopía por primera vez, una tempestad feroz nos obligara a rendirnos a la lluvia. Como hoy, yo había reconocido que los seres humanos no podían hacer nada sino seguir el dinamismo de la naturaleza. Mientras cerraba mis ojos el sistema social artificialmente construido que fue diseñado para controlar a la gente dividiendo las actividades humanas en secciones estrechas. Originalmente la vida humana fue parte de la naturaleza y fue conectada con el universo. Cuando hube encontrado al Sr. Idaki Shin hará unos treinta años estaba destinada a morir a causa de una enfermedad dentro de dos meses y él me hizo reconocer por primera vez en mi vida que yo había errado ya que presumía no poder identificar la causa de mi enfermedad yo misma ni descubrir un sendero hacia la recuperación. Para mi gran sorpresa él dijo que un ser humano fuese originalmente capaz de comprender lo que ocurría dentro de la vida propia reconociendo la causa del problema y reconociendo cómo una debería vivir para afrontarlo. Decidí afinarme con lo que él dijera y tras escuchar su música que expresó mi estado vital, por fin llegué a reconocer que la demanda de mi vida pudiese ser expresada en palabras como si el meollo de mi vida estuviese hablando directamente acerca del trabajo natural de la vida. Luego reconocí que la vida de cada cual fuese interconectada con cada otra y que tanto que siguiésemos fieles a la demanda veraz de la vida y siguiésemos expresándola en nuestra vida podríamos manifestar los potenciales propios al pleno y vivir una vida brillando brillantemente sin oprimir la vida ajena. No necesitábamos observar nuestra habilidad ni aguantar una situación negativa por temor a ofender otra persona. Podíamos vivir en armonía con cada cual ajeno y vivir una vida vigorosa en esta manera. Realicé los principios de la vida humana. Ahora que la situación del mundo estaba requiriendo que cada pueblo en tierra viviese en armonía con la naturaleza, sin lo cual no podríamos abrir nuestro futuro. Así, la tempestad feroz en el camino de Fukuoka fue significante para mi vida. Nuestra era nueva era una era auténtica de vida.