KEIKO KOMA net

21 Aug. 2010

 

Azerbaiján

 

En Azerbaiján oí que era un país del sol y desde que volví a Japón, sentí que mi deseo más profundo de crear una sociedad humana verdaderamente buena era como un fuego eterno que viera en Azerbaiján. En Japón solía esconder mis deseos sinceros dependiendo de las circunstancias, pero ahora el sueño que había portado desde la niñez debería ser siempre expresado. Se me permitía dedicarme completamente y sin costura a realizar esto. Me excité mucho. Cuando visitaba un lugar con una naturaleza maravillosa, solía preguntarme porqué la humanidad no siguiera viviendo una vida natural entre tan bello ambiente como este. Sin embargo la gente nació para sufrir por el destino negativo e influencias de la historia pasada que nunca podían ser resueltas por ningún esfuerzo personal ni un ambiente natural bueno. También como ser humana lamentaba mucho que mucha gente en nuestra sociedad moderna fuese coaccionada sólo a pensar en la vida propia y no encarase situaciones por todo el mundo, mientras una vida humana estuviera naturalmente interconectada con la vida de cada cual en el mundo. Deberíamos reconocer la naturaleza de nuestra vida. Mientras llegué a visitar muchas partes del mundo, reconocí que nuestras actividades en Japón estuviesen influyendo mucho sobre gente en países diferentes ya que la riqueza de nuestro interior y la verdad de la humanidad eran comunes a todos sobre tierra. Ahora que somos guiados a países en el Cáucaso, donde son perpetuados conflictos y guerras, reconozco que sin ser consciente mi vida ha estado compartiendo sus tristezas y dolores. Luego comprender profundamente la realidad y la verdad en la historia nos ayudaría a pasar de los problemas irresueltos en esta región. Debido a las reacciones de mi vida, reconocí que indiferente a cualesquiera distancias especiales, la acción positiva personal en un país podría ayudar a otros viviendo en un lugar remoto a sobrevenir sus problemas al mismo tiempo. El fuego acandilado en nuestro corazón nunca sería apagado. Agradecí la naturaleza preciosa de la vida humana.