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2 Mayo 2009

Agradecimiento a la vida

Cuando desperté por la mañana, las montañas alrededor de Kyoto lucían brillantemente aunque estaba nubloso. Sus rostros santos tocaron mi corazón directamente y sentí que toda la naturaleza, los árboles, y la madre tierra estaban bendiciendo el concierto hodierno de Idaki Shin. También imaginé por la ribera del Kamogawa la presencia de mi padre quien había fenecido hacía muchos años. El concierto resultó conmemorando otra voltereta en mi vida.
En la parte primera del concierto sentó fuertes dolores en el corazón y realicé una reunión de muchas almas que habían sido consideradas durante la historia humana como espíritus peligrosos, obsesionados con lo que pasó en el pasado. El Sr. Idaki Shin los había conducido a un espacio cósmico vasto y mis dolores comenzaron a pasar. Seguí de cerca este proceso y finalmente la puerta más profunda en mi mente fue abierta por primera vez, y para mi gran asombro, allí he encontrado una alma santa que fue unificada con seres divinos. En la parte segunda, efectivamente realicé la presencia de dioses y diosas del Japón quienes habían estado siempre conmigo en el meollo de mi vida bajo cualesquiera circunstancias. Fui abrazada por brisas extremadamente gentiles que conectaron mi vida con un espacio universal vasto. Por agradecimiento profundísimo al mecanismo santo de la vida agradecí a mi corazón varias veces mientras escuchaba el sonido del piano. Hacia el final del concierto sentí la manifestación de mi verdadero ser que ha estado escondiéndose en el poso de mi corazón. Luego reconocí que todavía había muchas cosas que había considerado como correctas pero que en realidad estaban oprimiendo mi vida. Pude ver un sendero nuevo que me mostraba un estado de conciencia unificado con el flujo de la vida. Me regocijé mientras realizaba la llegada de una era verdaderamente nueva de la humanidad. El Sr. Idaki Shin nos permitió ser despertados a la naturaleza de la vida para cambiar el mundo entero. Hará un año que improvisé un poema acerca de cómo la gente que vive en nuestra sociedad moderna equivocó la función propia de la conciencia humana y estaban viviendo vidas extrañas de pies cabeza. Recordé que este era un mensaje del santuario de Sarutahiko en Kyoto. El año pasado junta con el Sr. Idaki Shin hicimos sendos eventos con mis lecturas poéticas y en la ocasión de una de ellas él dijo que un mínimo rayo de esperanza fue visto por primera vez en Kyoto. Así que ahora cada paso dado en Kyoto dio fruto en el concierto hodierno en estrecha colaboración con numerosas almas enterradas profundamente bajo tierra. Realizamos el comienzo de un mundo verdaderamente nuevo veraz a la naturaleza de la vida humana.