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29 Mar 2009

Decir la verdad

Tras haber terminado dos cursos de asesoramiento, cogí el último tren a Kyoto y llegué incólume tarde por la noche. Recé por nuestros empleados voluntarios quienes habían estado trabajando toda la noche y salieron de Tokio en automóvil para transportar mis obras de arte. Recordé que el Sr. Idaki Shin nos había dicho en la junta de voluntarios que se podía tener éxito mediante la construcción de una buena estrategia y el entrenamiento del cuerpo propio a moverse en cualquier momento según requisito como en tiempo de guerra. Así que no tenía que preocuparme mucho por mis empleados. El año pasado organicé en Kyoto hasta tres conciertos de Leyendas de Koguryo Redescubiertas, además de presentar mi exposición dos veces. E inusitadamente este año estoy dirigiéndome hacia un gran concierto Idaki Shin y tres exposiciones de galería. También organizaré un concierto de Idaki Shin en Kagoshima. Reconocí un ligamen y significado histórico entre estos acontecimientos. 
Instruida por el Sr. Idaki Shin, hice traducir del ruso al japonés un artículo sobre mi visita a Moscú, para encontrar, regocijándome, que allí sintieron templanza de corazón en la misma manera que yo. Amo mucho a Rusia. A lo primero imaginé en mi interior una puerta rígida que se resistía a abrirse, y me concentré en escuchar mi voz interna. Luego sentí que algo se derretía y desaparecía. Por la mañana el mensaje del Sr. Idaki Shin fue entregado a mi sitio de red y antes de acabar de leerlo me hallé completamente liberada de algo rígido en mi corazón. Comencé a reírme sola. Me impresionó sobremanera el poder de las palabras cuando fueran creadas desde el meollo de la vida. Reconocí que podíamos vivir vidas autónomas y abrir nuestro futuro mediante el desarrollo de nuestras expresiones verídicas. Así en introduciendo los conciertos de Idaki Shin, siempre expliqué que debido a su música y únicos cursos de asesoramiento fui milagrosamente curada de una enfermedad fatal. También, sin hesitación, declaré las influencias de mis ancestros, reyes de Koguryo, que solían suscitar controversias. Empero, después de la muerte de mi padre, no quedaba nadie sino yo que pudiera contar su verdadera historia. Especialmente tras manifestarse el mundo tres etapas antes de la gran explosión, la verdad prevaldría por doquier, y expresando sólo la verdad yo viviría la vida más vigorosa.