KEIKO KOMA net


23 Mar 2009

Nevaba de noche en Rusia. 

Tras un día largo, fuimos a ver el baile en la sala de conciertos del palacio del Kremlin, y debimos pasar muchos controles de seguridad. Reconocí grandes diferencias en el sistema regente. Tras el espectáculo caminamos hasta el hotel bajo una nevada fuerte. Sentí que en el mundo de las almas, comenzaba un movimiento favorable a nosotros, mientras que en el mundo actual, se nos presentaban algunos obstáculos. De todos modos agradecí el ser provista de esta oportunidad para visitar Moscú. Todo lo que veía, grandes mesas, paredes de madera, sillas, etc., me templaban el corazón, y un óleo de un tema familiar de primavera en Rusia me hizo reconocer cuán profundamente los Rusos han estado deseando la llegada de una nueva estación de vida y la era de la resucitación de almas enterradas bajo la madre tierra tras soportar una larga y severa época de historia. Me regocijé con el ambiente literario. Caminando bajo edificios gigantescos recordé mi visita a China y Corea del Norte y pensé en mi vida aventurada. Bajo cualesquiera circunstancias reconocí que algo grande nos ha estado guiando y que lo que llamé el mundo tres etapas antes de la gran explosión se nos abría a todos. Pensé en una luna bella en Japón. Estaba segura de una era gloriosa por venir.