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Mi terruño

Por la mañana, mientras fueron vistos justo delante de mi hotel edificios arruinados en la guerra con muchos orificios de bala y la estatua del presidente asesinado Sr. Hariri, cuando miré hacia arriba nubes formaban algo así como un fénix que simbolizaba el aliento fortalecido emergente de la tierra de Líbano. Después de resolver todas las quejas del pasado estaba dirigida hacia el futuro. Mi primer concierto fue reseñado en diversos periódicos. Un artículo alababa sobremanera la música del Sr. Idaki Shin, diciendo que su autor nunca había oído nada semejante y ahora no podía olvidarla. Otro comparó mi poema a un famoso poeta iraní que murió joven y seguía popular especialmente entre los jóvenes. 
Por la tarde celebramos nuestro concierto en Tiro, el terruño de mi alma. Efectivamente desde la víspera mi espalda comenzó a doler. Sentía masivas energías negativas, así que supe que sólo el Sr. Idaki Shin podía ayudarme a superarlas. Y él se concentró sobre mis sufrimientos, y me dijo que eran enormes, y que incluso él tardaría varios días en superarlos. En la apertura del concierto vi entre los espectadores al alcalde de Tiro. Agité la mano y espontáneamente él saltó al escenario, me abrazó y expresó repetidamente su felicidad y agradecimiento. Derramamos lágrimas juntos. Desde la primera nota, el sonido del piano tocado por el Sr. Idaki Shin llegó al corazón de cada cual y expresó la magnitud de quejas por la pérdida de numerosas vidas preciosas y daños tanto físicos como psicológicos a los sobrevivientes de los bombardeos del ejército israelí. El concierto que muy dramático y todos quedaron enormemente conmovidos. Me concentré en ajustarme al mundo tres etapas antes de la gran explosión deseando que el alcalde y todos en Tiro se conectasen a este mundo divino nuevamente manifiesto. Y cuando sentí que el sonido del piano lo había exprimido cabalmente, cada espectador aplaudió ruidosamente y me hallé dando palmadas inconscientemente. Cuando leí el último poema, era acerca de mi corazón para Tiro como mi terruño. Todos derramaron lágrimas otra vez, y el concierto terminó maravillosamente. El aplauso nunca ha cesado.